ORIGEN DE LOS MITOS Y RELIGIONES

ORIGEN DE LOS MITOS Y RELIGIONES  

Rómulo Lander [Caracas, 2011]  

Hace poco fui invitado a dar una presentación en Berlín con motivo del Congreso Internacional de Psicoanálisis sobre el tema de los mitos y el origen de las religiones. El texto que ustedes van a leer a continuación presenta un resumen de las ideas que sobre el tema fue presentado por mí en esa ocasión.

LOS MITOS

Para el propósito de este trabajo vamos a considerar los mitos como formaciones del inconsciente. Las comunidades humanas ya sean urbanas o rurales necesitan de construir sus creencias. Cuando estas nuevas creencias con su correspondiente ideología son compartidas por comunidades enteras, pasan a constituir mitos. La creación de estas creencias-mitos responde a diversos mecanismos mentales inconscientes que se encuentran al servicio del alivio de la angustia.

EL RSI [los tres órdenes]

La aparición de este tipo de angustia es fundamentalmente provocada por la indefensión y la incertidumbre del ser. La creación y sostén del mito tiene una íntima relación con los tres órdenes básicos que sostienen el funcionamiento mental. Me refiero siguiendo las enseñanzas de Jacques Lacan a los órdenes: Imaginario, Simbólico y Real [RSI] unidos entre sí por la cualidad Borromea. Esta cualidad borromea refiere a lo siguiente: …si uno cualquiera de los tres órdenes se separa, los tres quedan separados. Si esta separación de los tres órdenes ocurre, la funcionalidad de la mente se colapsa. Por lo tanto es necesario que los tres órdenes se mantengan unidos. Las creencias-mitos van a constituir en ciertos sujetos con seria patología narcisista, una suplencia o también llamado cuarto nudo, que amarra a los tres órdenes [RSI] logrando así mantenerlos unidos y así evita el colapso mental.

Los mitos son una producción inconsciente necesaria que alivia la angustia individual y colectiva al crear un nuevo conocimiento y una nueva pauta ética y moral sostenida en un proceso de idolización. Es claro que en la génesis del mito no se trata de un proceso de identificación, sino de un proceso de constitución imaginaria de ídolos y creencias que van a tener certeza y evolucionan en lo colectivo, como un sostén a los ideales narcisistas. Por esta vía calman la angustia y van a responder por los rituales y por los actos futuros del sujeto. Así van a aparecer las antiguas y las nuevas religiones.

LA LEYENDA

La leyenda es otra cosa. Es una narración tradicional, basada en sucesos históricos que fueron transformados por el imaginario popular. A diferencia de esto, el mito consiste en una creencia extraordinaria que no tiene un fundamento histórico. Es un constructo psíquico necesario para aliviar la angustia de indefensión. En algunos sujetos, con defectos estructurales narcisistas, el mito se constituye o es utilizado como una suplencia, entre el imaginario y el simbólico, que va a salvar la funcionalidad psíquica de esos sujetos. El mito tiene certeza delirante para el sujeto que lo sostiene. Así el mito es una fabricación que se presenta en forma de narración, con su certeza y sus ideales, originados estos últimos no por identificación, sino por el proceso de idolización proveniente del orden imaginario. Es un fenómeno personal que deviene cultural, es complejo y tiene la función de regular la angustia de indefensión del ser.

En este sentido es una formación del inconsciente, similar a los sueños y a los síntomas. Sin embargo no se le llama síntoma, se le llama mito, por el hecho de que es compartido por todo un colectivo y hace efecto de cultura. En los sujetos con defecto estructural narcisista, hoy día llamados sujetos fundamentalistas, encontramos que en estos sujetos, estas creencias-mitos: son suplencias. Para el resto del colectivo, sin patología narcisista fundamentalista, las narraciones que nos hablan de los Dioses y del origen del mundo, no son síntomas, ni son suplencias: son mitos compartidos por una comunidad muy numerosa de personas. Esta creencia y certeza colectiva es lo que diferencia al mito, de un síntoma delirante. Ambos son formaciones del inconsciente muy similares, ya que ambos se basan igualmente en la certeza de una idea supuestamente falsa. Sin embargo hay una diferencia: La certeza del mito es compartida por un enorme colectivo. Para los fundamentalistas que encuentran colocada a esta creencia-mito como una suplencia que sostiene unidos a los tres órdenes, hace que estos sujetos fundamentalistas luchen a muerte por defenderlos. Esto es así porque en ello se juega su integridad psíquica y funcionalidad mental. Si pierden esta suplencia su mente colapsará.

Fuera del ámbito del Psicoanálisis, como por ejemplo para los arqueólogos y antropólogos, el mito es una narración que describe y retrata en un lenguaje corriente el origen del mundo y los supuestos básicos de una cultura. Esto no contradice lo dicho por el Psicoanálisis. La narración mítica nos cuenta por ejemplo cómo comenzó el mundo, cómo fueron creados los seres humanos y cómo se comprenden ciertos fenómenos de la naturaleza. Para el momento en que fueron creados estos mitos, estos fenómenos de la naturaleza no tenían manera de ser entendidos. Al darle una explicación imaginaria, dentro del mundo de las imágenes y de la fantasía, provocaba a nivel individual y luego en lo colectivo, el efecto de calmar la angustia. Así a través de la creencia-mito se creaba y se otorgaba un sentido a un vacío de saber y con esto se calma la angustia. Todas las culturas poseyeron alguna vez sus mitos y vivieron en relación con ellos. La creación de estos mitos antiguos y ahora la creación de los mitos modernos, es una manera de entender el mundo con una propia cosmovisión adecuada para cada época.

Como transmisores de ideologías los mitos son muy poderosos. Al ser presentados al colectivo y aceptados como creencias dogmáticas los mitos inducen a una ética individual y a una moral colectiva. Los mitos en efecto expresan dramáticamente la ideología por la cual vive una comunidad y mantienen ante su conciencia colectiva, no solamente los valores e ideales que reconoce y que transmite de generación en generación, sino ante todo, mantienen la ilusión de la integridad física de la comunidad y por esta vía logran el alivio de la angustia de indefensión. Los valores morales, los tipos de vínculos posibles y las consecuencias de no respetar estos ideales, van a justificar las reglas y las prácticas tradicionales sin las cuales la tranquilidad y existencia misma de la comunidad se podría derrumbar.

Los seres humanos llevados por su empuje pulsional epistémico necesitan dar respuesta a las preguntas a cerca de su origen, de su mundo actual y de su destino. En los tiempos antiguos la respuesta mitológica fue la primera en aparecer. Los mitos devienen en religiones y dan una explicación o una justificación al orden del mundo. La figura divina surge en la mente humana para explicar lo racionalmente inexplicable. El hombre tiene la necesidad de entender los fenómenos que lo rodean e incluso la presencia del mismo hombre sobre la tierra y la existencia misma de ésta. Si entendemos que la creación de mitos es el único recurso para entender y explicar lo inexplicable, podemos entonces establecer que la fabricación de mitos y de dioses era y es aún hoy en día: algo inevitable. Nietzsche intuyó la necesidad del mito con el propósito de ofrecerle al hombre un sustrato profundo a su existencia. Al respecto Nietzsche escribe: …Toda cultura si le falta el mito pierde su fuerza natural sana y creadora: sólo un horizonte rodeado de mitos otorga cerramiento y unidad a un movimiento cultural entero… (Nacimiento de la Tragedia).

Además se puede considerar el hecho de que expresar y difundir la ideología de una sociedad a través de sus creencias, tiene el propósito de dominación de unas sobre otras. Funcionan como elementos aglutinadores, dotando de unidad a un pueblo o a una comunidad, homogeneizando rituales, valores y costumbres. En sociedades del occidente como fue la antigua Grecia o del oriente como fue en la India y la China apareció un nuevo orden de mitos que igual surgieron para calmar la angustia. Este nuevo tipo de mitos no se proponían explicar los fenómenos naturales, ni tenían una función teogónica, de crear nuevos dioses, sino que aparecen para comprender los dramas humanos dentro de la vida cotidiana del ser y de la familia.

Así el mito de Edipo que diera origen al drama de Sófocles y el mito de Narciso fueron utilizados por Freud para ilustrar los serios conflictos que ocurren en el inconsciente del sujeto durante la constitución de la psique. Los dramas mentales que dieron origen a la fabricación de aquellos antiguos mitos griegos, son los mismos dramas humanos que hoy día son ilustrados con la misma narrativa del antiguo mito. Así por ejemplo las raíces inconscientes del drama Edípico y el de Narciso son las mismas a la que en aquellos lejanos días dieron origen al mito griego. El romance Edípico y sus consecuencias dieron origen al mito en aquel entonces y hoy en día nos sirve para ilustrar el mismo conflicto psíquico. Igual ocurre con el mito de Narciso, su amor a si mismo y la esclavitud a su imagen reflejada en el agua.

Ante los hechos incomprensibles del orden que llamamos Lo Real constituido por acontecimientos que sorprenden al sujeto, sea ya proveniente del mundo de la naturaleza, del mundo cósmico o de un más allá del inconsciente reprimido, estos hechos por igual, sorprenden al sujeto y van a actuar como un algo que existe fuera de conciencia. Cuando el Lo Real choca al sujeto, la mente va a fabricar una serie de ideas en forma de imágenes para comprender lo incomprensible.

Surgen así dentro del orden imaginario en su choque con Lo Real una creencia que al calmar la angustia puede ser compartida con el resto de la comunidad. Estas fabricaciones imaginarias (de imágenes) pasan a tener funciones de ídolo, que en algunos casos al apoyarse en objetos fetiches pasan a calmar la angustia. Aquí el concepto del objeto fetiche refiere a objetos a los cuales se les otorga un poder y así calman la angustia de castración expresada como indefensión. Estas imágenes propias del orden imaginario al calmar la angustia pueden ser compartidas por todos. Esta creencia o nuevo mito se sostiene sola a sí misma. La narrativa que aparece posteriormente la va a introducir en el orden simbólico (propio del significante) y posteriormente será enriquecida con actos rituales que confirman su existencia y testimonian el respeto [la fé] que el sujeto practicante le otorga al mito. Así los órdenes Real, imaginario y simbólico se encuentran unidos, cada uno en sus funciones independientes, pero sostenidas uno al otro, en una no-relación propia de la función borromea. El mito en los sujetos fundamentalistas va a actuar como una suplencia imaginaria la cual defienden con su vida y con la muerte, del otro no-creyente.

Los individuos y las comunidades no cesan de crear nuevos mitos. Así en nuestros tiempos actuales y con esto de actual me refiero a los últimos trescientos años, ante nuevos choques con lo real  que por desconocido siempre será inesperado, encontramos, que las diversas comunidades de este mundo, han fabricado sus nuevos mitos. Así de este choque con lo real inesperado encontramos por ejemplo la fabricación del mito de la etnia pura, que a mi entender se sostiene sobre el prejuicio racial, social y sexual.  Este mito de pureza y de una supuesta superioridad étnica, lo encontramos en muy diversos ámbitos sociales. Recibe diversos nombres según sea la comunidad que lo aplica. Esta comunidad va a buscar con diversos argumentos la preservación mítica étnica de su propia comunidad. Puede recibir el nombre mítico de la supremacía blanca, pureza aria, pureza semita, pureza musulmana o la pureza asiática. Este mito de la pureza y la superioridad étnica, aparece tanto en una comunidad, como en las otras. Esta creencia-mito que calma la angustia de supervivencia afecta a todos los miembros de esa comunidad en particular. Afecta a los miembros más moderados, pero también afecta a sus miembros más radicales y fundamentalistas y les empuja a la acción en nombre de una creencia superior mitológica. Estas creencias-mitos de pureza y superioridad étnica son capaces de dar tal magnitud de empuje a las distintas comunidades que estas pueden llevar a los pueblos de la tierra, a la guerra del fin del mundo.

El fenómeno social del rechazo al extraño en una comunidad, tiene su origen en la infancia temprana de cada sujeto. La angustia al extraño es un fenómeno común a cualquier ser humano a la edad de siete meses. Es un fenómeno que testimonia por primera vez en el niño la constancia del objeto, lo cual permite que aparezca la memoria. O viceversa. Si el niño padece de ciertas carencias o dificultades emocionales serias, durante este primer año de la vida, esto fenómeno del extraño va a dar origen en su vida futura a intensos prejuicios raciales, sociales y sexuales de muy diversa índole. El rechazo a los extraños de la propia comunidad, se va a justificar con la fabricación de una creencia-mito que se acompaña de sus correspondientes ideales delirantes. Estas creencias-mitos con sus ideales, al tener certeza y ser compartida por tantas personas de esa particular comunidad del mundo se van a hacer inmodificables. Por esta vía queda abierta la puerta a la intolerancia, a la violencia absurda y a la muerte organizada del otro: todo en esa búsqueda sin sentido, de la pureza y la superioridad étnica. Aparecen así el acto heroico y el acto fundamentalista. Ambos actos muy parecidos, ya que ambos sujetos mueren por sus ideales. El héroe muere voluntariamente en la defensa de sus ideales y el sujeto fundamentalista muere también voluntariamente, matando al otro extraño, el cual tiene unos ideales diferentes a los suyos. El héroe dice: muero por mis ideales. El fundamentalista dice: te mato a ti, porque tus ideales, son diferentes a los míos.

Las tres grandes religiones monoteístas otorgan un lugar de importancia en su planteamiento teológico al sufrimiento humano. En lo personal encuentro que este sufrimiento es explicado por los sentimientos ancestrales de una culpa inconsciente. Todas ellas otorgan la existencia de una culpa original que es fundante del ser. Culpa originada en la conducta que tuvieron Adán y Eva en el Paraíso. Entendiendo esta historia de Adán y Eva como una metáfora. Desde entonces la vida en este mundo, que para muchos es transitoria, es definida por acción de esta culpa ancestral. Desde entonces esta vida es un valle de lágrimas, en el cual el arrepentimiento sincero y luego la penitencia activa, podrían lograr la salvación del sufriente. Según las enseñanzas del Cristianismo, Jesús de Nazareth en su día de pasión sufre y muere para redimir los pecados del mundo. Es decir para lograr el perdón de los pecados y redimir la culpa de toda la humanidad. Sea esta una humanidad de judíos o de gentiles. Así el Judaísmo, Cristianismo y el Islamismo, religiones desarrolladas con un origen o tronco común, desde entonces, van por la misma senda, de la teología de la salvación. Estas ideas religiosas ofrecen la visión de un ser, que inevitablemente está orientado a vivir en sufrimiento.

Pero en esos tiempos ancestrales, no todo es religión. Tres grandes sabidurías que no constituyen religiones nos hablan de la misma enseñanza y se refieren también al mismo sufrimiento humano: Pitágoras, Buda y Confucio. Estos tres sabios vivieron unos quinientos años antes de la aparición Jesús de Nazareth en Galilea.

Esta otra forma de explicar o comprender el inevitable sufrimiento humano, había aparecido quinientos años antes del nacimiento de Jesús. Allí, al norte de la India en las laderas del Himalaya, en lo que hoy día es el Nepal, había nacido un niño del clan Brahmánico Gotama o Gautama, que fue llamado Siddhartha. A los 29 años de edad fundó una nueva filosofía, es más una sabiduría, fundada en la palabra y el conocimiento. Como ya dije no era una fe religiosa. Lo interesante para mí, en este interés de tratar de entender el sufrimiento humano, es que el budismo que fundó Siddharta se basa en una enseñanza que es específica del inevitable sufrimiento humano. Eso es lo relevante y lo cual constituyó un descubrimiento para mí. Es fascinante, ya que coincide con la teoría del valle de lágrimas que mencionaba Jesús de Nazaret en el Sermón de la Montaña quinientos años después.

Siddhartha, el iluminado

El joven nacido Siddhartha que luego a los treinta años cambió su nombre a Gautama, más conocido como <el Buda> o <el Iluminado> transmitía sus enseñanzas de forma oral, por lo que al morir no dejó ningún testimonio escrito de sus ideas y pensamientos. De ello se encargaron más tarde sus discípulos. Igual va a ocurrir con Jesús de Nazareth y luego con Mahoma, fundador de la doctrina del Islamismo, seiscientos años después de muerto Jesús. Todos ellos no dejaron nada escrito. Los elementos centrales en los que se basaba la <iluminación del Buda> estaban relacionados con llegar al conocimiento de las denominadas, cuatro verdades fundamentales, que fueron escritas por sus seguidores, siguiendo lo aprendido en la transmisión oral, de lo que el mismo Buda enseñaba:

(1) La vida es sufrimiento. Esta afirmación va más allá del simple reconocimiento de la existencia del sufrimiento en la vida y se refiere más bien a que <la existencia humana es intrínsecamente dolorosa> desde el momento del nacimiento, hasta el de la muerte.

(2) La causa de este sufrimiento radica en el hecho de que el hombre desconoce la naturaleza de la realidad. En esto yo entiendo que se refiere a desconocer la naturaleza de su propio deseo  y por ello siente ansiedad, tiene apego a las cosas materiales y padece de la codicia.

(3) Se puede poner fin al sufrimiento si el hombre logra <superar su ignorancia> e ir más allá de las ataduras mundanas.

(4) El camino para dar fin al sufrimiento es el camino de las ocho etapas que consiste en tener: <una adecuada visión de las cosas>, <buenas intenciones>, <un modo de expresión correcto>, <realizar buenas acciones>, <tener un modo de vida adecuado>, <esforzarse de forma positiva>, <tener buenos pensamientos> y <dedicarse a la contemplación del modo adecuado>. Generalmente, estos últimos ocho puntos se resumen en tres categorías que conforman el pilar central del budismo: <la moral> que refiere a una ética, <la sabiduría> que refiere al conocimiento, y <la concentración> que refiere a la meditación.

El sufrimiento y las coincidencias

Como vemos estas enseñanzas de Siddharta [el Buda] coinciden en su planteamiento de sufrimiento inevitable con las enseñanzas que Jesús de Nazareth haría quinientos años después. Igual coincide con la actual teoría psicoanalítica del <Goce> en donde el equilibrio psíquico del ser humano requiere inevitablemente de un cierto monto de sufrimiento para sostenerse. Ese sufrimiento inevitable de cualquier ser humano equivale a la misma intensidad de sufrimiento que soportó durante sus años de infancia.