FUNCION PARENTAL Y HOMOSEXUALIDAD

FUNCION PARENTAL Y HOMOSEXUALIDAD

Rómulo Lander [Caracas]

¿Puede un sujeto homosexual, hombre o mujer, ejercer la función de ser padres? ¿Puede la madre homosexual ejercer su función materna? ¿Puede un padre homosexual ejercer su función paterna? ¿Pueden padres homosexuales, unidos en convivencia, ejercer esas funciones? Este es un área de necesario estudio especializado. Es un área de difícil acceso ya que el material de investigación clínica es escaso. Muchas veces la vida homosexual de los padres esta oculta y esto dificulta el estudio de su efecto en el ejercicio de la parentalidad. A pesar de estos obstáculos he tenido acceso a material clínico de algunos casos y acceso al estudio teórico del asunto. Esta desinformación crea incertidunbre, angustia y controversia. Considero útil que al menos en forma resumida revisemos en qué consisten ambas funciones y luego examinar la posibilidad de que ambas funciones pueden ser ejercidas con éxito por padres homosexuales.

La función materna

La salud mental futura de un recién nacido va a depender de la capacidad de la madre de ofrecer desde el punto de vista psíquico tres cosas: (a) Continencia (b) Reverie (c) Introducción de la metáfora paterna. Estos tres puntos son significantes del amor. La capacidad materna de ofrecer alimentación satisfactoria y cuidados higiénicos apropiados, corresponden a otro tipo de consideraciones. En este texto no me refiero a esos aspectos higiénicos, ni alimentarios, ya que solo voy a exponer algo de las ideas que ofrece el ángulo del Psicoanálisis.

1 Capacidad de continencia de la madre [holding]:

Empecemos por el principio. Sabemos que la relación de objeto de la madre y el bebé en este periodo inicial oral es de naturaleza simbiótica. Esto significa que la capacidad de discriminación del sujeto [niño] con el objeto [pecho] está ausente, no existe discriminación Self objeto. Es decir el bebé y el pecho, para la mente del bebé, son una misma cosa. Cuando esto ocurre, la angustia de aniquilación que padece el niño cada vez que tiene hambre, va a ser sentida por la madre en su propio aparato mental.

Esto va a permitir que la angustia de aniquilación del bebé, sea contenida por el aparato mental de la madre. Cuando la madre contiene, hace función de holding [del llanto del bebé], así el aparato mental del bebé va a disminuir la intensidad de su angustia. Es decir el bebe se siente aliviado. Si la madre esta indiferente al llanto desesperado de su bebé, entonces no va a ocurrir el mecanismo de la continencia materna: no va a ocurrir el holding [continencia]. El bebé sufrirá la plena intensidad de la angustia aniquilatoria, desorganizadora. Esto afecta la constitución de la psique del bebé y aparecen irregularidades en la textura del Yo primitivo: aparecen los huecos psíquicos. Esta textura del Yo se construye con identificaciones, simultáneas o en seguidilla, interminables. Esta es una de la razones para que en el futuro aparezca la clínica del vacío interior. Son los huecos psíquicos que el sujeto siente en su interior.

2 Capacidad de ejercer la función reverie:

La función reverie refiere a la capacidad de la madre y del padre de metabolizar, digerir, la situación que crea angustia en el bebé y poder devolverle al bebé, una sensación de que no está solo. Al hacer esto se alivia la intensidad de la angustia en ese episodio. Por ejemplo, el niño llora desesperadamente porque se ha golpeado. La madre se da cuenta. Lo carga, le habla y le explica, aún cuando sabe que el niño pequeño no entiende lo que le está diciendo. Es una relación de dos, en donde el doliente se siente acompañado y entendido, en su dolor y en su angustia. Con el curso de los meses, la función reverie va a ayudar al niño a ir comprendiendo los acontecimientos de su realidad. Se sabe protegido y acompañado por la figura materna que ha ejercido esa función reverie. El reverie necesita de la capacidad de holding de la madre.

3 Aparición de la metáfora paterna en la mente del niño:

Como ya hemos visto, en los mismos inicios de la formación de la personalidad, el niño y su madre son una sola persona, son una unidad. Una mente en simbiosis con la otra. Por eso se considera que el Yo [Ego] del recién nacido, tiene la fortaleza del Yo [Ego] de su madre. Pero luego esa simbiosis va a evolucionar a una relación de objeto de dos. Aparece la dupla. Esta dupla aparece cuando se deslindan [se diferencian] una mente de la otra, en forma rudimentaria. Son dos personas [madre y bebé] en una relación cerrada de amor-odio que no admite la presencia de un tercero. Esta relación de objeto inicial monádica y luego diádica [simbiótica, dual] es lo que se llama: periodo narcisista [periodo imaginario] de la constitución de la personalidad. Tiene tres cosas que la definen: Tipo de relación de objeto, tipo de angustia y características de la presencia fálica.

Después del periodo narcisista, va a ser crucial en la mente del niño, que esta relación simbiótica pueda romperse. Es la madre la que va a introducir la existencia del padre en la mente del niño. Se trata de una metáfora. La madre al tener inscrita la figura del padre en su propia mente, va a poder hablar de él a su pequeño niño de dos años. No es necesario que el padre exista en la realidad. Puede estar muerto, ausente, en la guerra, de viaje o sencillamente ausente por cualquier motivo. Su presencia carnal no es crucial. Lo que importa es su presencia en la mente de la madre. Es ella, la madre, al tener inscrito el nombre del padre en su mente, lo va a permitir la inscripción de la figura paterna en la mente de su hijo o hija. Lacan decía: …‘Es la madre quien va a introducir la metáfora paterna en la mente del niño’.

La aparición de esta figura metafórica del padre va a permitir que la dupla madre-hijo se rompa. Cuando eso ocurre, el niño pasa de una relación dual narcisista, a una relación triangular, edípica. Aparece la terceridad. Si esto no ocurre la cosa es grave. La inscripción del nombre del padre en la pique del niño, es lo que va a introducir la prohibición del incesto. Es decir va a introducir la ley y el orden.

Cuando la inscripción del nombre del padre no ocurre, la dupla narcisista se mantiene intacta y la oportunidad de inscribir la metáfora paterna se ha perdido. Posteriormente, esta inscripción no puede hacerse. Ya pasó el momento oportuno. Lo que puede ocurrir es que esta deficiencia va a ser remendada con una suplencia. Esta suplencia puede lucir como un síntoma de la neurosis infantil.

 

La Función Paterna

1 La función paterna primaria:

Se refiere a abrir la posibilidad para la aparición de la triangularidad en la constitución de la psique. El padre aparece en el segundo tiempo del Edipo, como un objeto salvador del niño. Digo salvador porque lo salva del atrapamiento dual materno. Rompe con la natural simbiosis madre-hijo del primer año de la vida. Separa al niño de su madre al reservar para él [quien es poseedor del falo] el objeto materno.

Esto es posible solo cuando la madre ya ha introducido la metáfora paterna en la psique del niño. Esto significa que es gracias a la madre, que va a aparecer en la psique del niño, la metáfora del nombre del padre. Este <nombre del padre> al introducir la ley en la psique del niño, va a ordenar los significantes. Esta ley está representada por la prohibición del incesto. Por esta vía el niño sale de la dualidad narcisista y entra en la triangularidad del Edipo. Lacan propone que esta operación metafórica permite la entrada del niño en el orden simbólico. Este <nombre del padre> puede inscribirse en presencia o en ausencia de un padre físico en el hogar.

2 La función paterna secundaria:

Esto refiere al necesario inicio, presencia e insistencia del orden y de la ley. Es la metáfora paterna la que pone límites al universo pulsional del hijo desde temprana edad. El niño de tres años de edad ya es capaz de reconocer lo correcto de una conducta y diferenciarla de lo incorrecto. La presencia de la figura y función paterna permite la aparición de este orden. Al romper la dupla [madre-bebé] y reservar la intimidad sexual de la figura materna para sí, el padre establece la prohibición del incesto. Ese hecho histórico es en esencia un orden. Posteriormente en la turbulencia adolescente, época en que aumenta la intensidad pulsional, la figura del padre insiste en los límites y hace respetar el orden familiar y la ley social. Se trata de inaugurar el orden social, el cual el adolescente tiene que aceptar. Obedecer las leyes de la sociedad donde vive el sujeto es fundamental para lograr el esfuerzo civilizatorio.

Para eso se requiere de una domesticación de la pulsión y una aceptación de los límites, con la aparición de una clara tolerancia a la frustración del sujeto. Pero el al adolescente se resiste al orden y a los límites. Esta es la época de la rebeldía adolescente con sus múltiples pasajes al acto y al acting out. Son trasgresiones que a veces son necesarias para mantener vivo el espíritu de aventuras y de atrevimiento, lo cual va a permitir en la vida adulta, el descubrimiento de lo que está más allá de las fronteras conocidas. Sin embargo esta capacidad de revelarse a la autoridad paterna, requiere de dos cosas: Primero, que exista tal autoridad en su mente. Y segundo que al final, el adolescente termina por obedecer un mínimo de orden familiar y social.

¿Puede un padre o madre homosexual ejercer estas funciones?

La pregunta refiere a la capacidad mental que puedan tener una madre o un padre homosexual para ejercer estas difíciles funciones materna o paterna. La buena capacidad para ejercer esas funciones va a depender de la organización de la personalidad y de las características psíquicas del sujeto en cuestión, independiente de su género y de su orientación sexual, sea este un padre heterosexual, homosexual o bisexual. Por lo tanto la capacidad de ejercer la función materna y paterna no va a depender de la orientación sexual, sino de la satisfactoria evolución de la personalidad de los padres.

Una madre muy deprimida, paranoica o con una incapacidad para le intimidad, sea esta madre, una madre heterosexual u homosexual, va a encontrar dificultades para ejercer funciones de Holding o de reverie. La orientación sexual de la madre no es lo que determina sus capacidades de ejercer esas funciones maternas.

Igualmente un padre alcohólico, un padre violento o abusador de los miembros de la familia, irrespetuoso, celoso o irresponsable, independientemente de su orientación sexual, no está en capacidad de ofrecer adecuadamente la función paterna. Lo que realmente determina que pueda ofrecer esta función, es la aceptable organización de su personalidad. Requiere de un algo que le permita ejercer el respeto al otro y la tolerancia a la diferencia. Tanto un sujeto homosexual, como un sujeto heterosexual [hombre o mujer] pueden padecer de serios trastornos en el funcionamiento de la personalidad que le impiden ejercer con responsabilidad y eficacia sus funciones parentales. Pero insisto no depende la orientación sexual.

¿Cómo se organiza la orientación sexual de los niños?

Durante el primer año de la vida, el bebé por medio del mecanismo básico de la identificación va a adquirir su identidad-persona y su más importante objeto de amor es la figura amorosa y protectora de la madre. Por eso Sigmund Freud propuso que el primer objeto de amor es heterosexual para el bebé varón y es homosexual para el bebé hembra. En el segundo año de la vida con la adquisición de la bipedestación y la motilidad, el bebé amplia su mundo. Se rompe la simbiosis y aparece la relación dual. Después del control de esfínteres a los 24 meses aparece la figura funcional del padre y se inicia un proceso de separación de ese amor exclusivo materno. Aparece el amor por el padre. En esta etapa el amor en el niño varón por su padre es homosexual. Y el amor de la niña por su padre es heterosexual. Con la llegada del control de esfínteres y la amplitud de movimientos aún mayor del niño y niña, aparece el conflicto pasional de amor por ambos padres. En esta época se define la identidad persona y sexual. El niños de 24 meses se saben ser varón o hembra. Es el significante de varón o hembra, proveniente de la voz materna y paterna, que lo marcan en su identidad sexual. Es en esta época que se originan las enigmáticas variaciones de transexualidad o variaciones de género.

A los tres años es la época en que va a elegir el ‘objeto de deseo sexual’. La base del deseo sexual es bisexual: proviene de un deseo ya sentido por ambos padres. Pero uno de los objetos [objeto madre u objeto padre] va a predominar y así se define de forma involuntaria e invisible: el objeto del deseo sexual antes de cumplir los cuatro años de edad. En esa época se decide la orientación sexual futura del sujeto niño: heterosexual, homosexual o bisexual. Posteriormente aún en el periodo de latencia [7 a 10 años] el niño reconoce su atracción sexual a uno u otro sexo. Según sean los valores y prejuicios de la familia que el niño va a escuchar en las conversaciones familiares, se producirán síntomas de diversa naturaleza. Sabemos que los padres están pendientes y preocupados por los signos de orientación sexual de sus niños menores. Si estos signos no satisfacen las expectativas de los padres, entonces aparecen comentarios adversos, correctores y serios conflictos familiares.

En el largo periodo posterior a los tres años, va a aparecer la identidad social del género [sexual]. Esto es algo diferente a la identidad de género biológico y diferente de escogencia de objeto de deseo sexual. La identidad de género social se desarrolla en forma separada de la escogencia de objeto sexual. Refiere a los manerismos masculinos o femeninos que adquiere el niño en su crecimiento. Generalmente refieren a los manerismos presentes en la figura de la madre y del padre. Se adquieren por identificación. Donde el vínculo de amor y aceptación que el niño varón o hembra perciben de sus padres, va a tener mucho que ver con la adquisición de manerismos masculinos o femeninos que le pequeño niño adquiere. Se pueden encontrar distintas combinaciones. Así podemos tener un niño varón con manerismos masculinos en donde su orientación sexual es homosexual. O viceversa. Como vemos son dos registros distintos e independientes entre si.

En esta propuesta que hace el psicoanálisis, encontramos que la homosexualidad y otras formas de diversidad sexual, son escogencias adquiridas en la infancia de forma involuntaria e inconsciente. Son normales y afirmamos que son enfermos de nada. Además afirmamos que son conductas y deseos adquiridos, no hereditarios. Ni conllevan ninguna deformidad o patología cerebral. Son niños biológicamente y psicológicamente sanos y normales, que viven dentro de una diversidad, no patológica.

 

 

 

 

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