FUNCIÓN MATERNA

FUNCIÓN MATERNA

Rómulo Lander [Caracas]

Durante el primer año de vida del bebe se van a constituir las bases de su mente. Es cuando se establecen las bases estructurales del aparato mental. Ese primer año de vida es un año delicado, intenso y sobretodo casi exclusivo de la madre o de aquella persona que haga sus funciones. A veces es una nodriza [a veces llamada mercenaria] y es quien le da el propio pecho al bebé. Otras veces es una cargadora experta en la crianza de recién nacidos. Lo importante es que durante este primer periodo es la madre o quien haga sus funciones, quien en esas primeras semanas y meses de vida le da el fundamento básico a la personalidad del niño.

La figura del padre ofrece en este primer periodo un importante apoyo emocional, amoroso y logístico a la madre y al resto de la familia. Está claro que la supervivencia del bebé va a depender de ambos padres. La vida biológica del bebé va a depender de las capacidades de protección vital que la madre y el padre ofrezcan a su hijo recién nacido. Aquí la propia condición biológica del bebé, su estado de salud somática al nacer y la sabiduría de la madre para mantenerlo biológicamente sano, van a jugar la máxima importancia. Es en este periodo inicial donde se inicia la vida psíquica del niño. El bebe va a encontrar al mundo y viceversa. Los inicios del desarrollo de la mente del bebe ocurre dentro de un vínculo de objeto de tipo simbiótico, en donde no se logra establecer la discriminación Self-objeto. La mente del bebe se inaugura con la aparición de la spaltung [escisión originaria] y las primeras introyecciones e identificaciones que ocurren en este periodo temprano.

Este primer periodo del desarrollo es llamado oral [monádico]. Aquí encontramos (a) la relación de objeto, tipo simbiótica. (b) la angustia, que en este momento es de tipo aniquilatoria y (c) La lógica del falo, que en este periodo va a rotar de manera circular de la madre al niño y viceversa: la madre es el falo para el niño y luego el niño es el falo para la madre. Una y otra vez.

Al finalizar el primer año de vida, con la aparición de la bipedestación y el recién adquirido desarrollo muscular del niño, se va a instalar el segundo periodo llamado anal [diádico]. En este segundo periodo (a) la relación de objeto, es dependiente, gracias a que existe la capacidad del Yo de discriminar: el Self del objeto [termina la simbiosis]. (b) La angustia, predominante será de separación y (c) La lógica del falo, se mantiene en rotación constante entre la madre, el niño y la recién inaugurada figura del padre.

Al inicio del tercer año de vida la función paterna: va a ser fundamental. Es el padre el que va a lograr romper el lazo narcisista de la relación exclusiva atrapadora, del niño con su madre. Una vez planteado en forma esquemática esta secuencia de acontecimientos, podemos ahora abrir a estudio el asunto específico de la función materna.

La salud mental futura del recién nacido va a depender de la capacidad de la madre de ofrecer tres cosas: (1) Continencia [holding] (b) Reverie y (c) Capacidad o habilidad para introducir en la mente del niño: el significante padre.

  1. Capacidad de continencia de la madre [holding]: Empecemos por el principio. Sabemos que la relación de objeto de la madre y el bebé en este periodo oral, es de naturaleza simbiótica. Esto significa que la capacidad de discriminación de sujeto con el objeto está ausente. Es decir existe una fusión sujeto/objeto. Cuando esto ocurre la angustia de aniquilación que padece el niño, cada vez que tiene hambre, va a ser sentida por la madre en su propio aparato mental. Esto va a permitir que la angustia de aniquilación del bebé sea contenida por el aparato mental de la madre. Cuando la madre contiene, esto quiere decir hacer holding del llanto del bebé, en el aparato mental del bebé se va a disminuir la intensidad de su angustia. Es decir se siente aliviado. Si la madre esta indiferente al llanto desesperado de su bebé, entonces no va a ocurrir el mecanismo de la continencia materna, el holding. El bebé sufrirá la plena intensidad de la angustia aniquilatoria. Esto afecta la constitución de la psique del bebé y aparecen irregularidades en la textura del Yo primitivo. Esta es una de la razones para que en el futuro aparezca los huecos psíquicos y la clínica del vacío interior. En ese supuesto caso, la insuficiencia de la función materna crea un defecto estructural en la psique del bebé.
  1. Capacidad de ejercer la función reverie: La función reverie refiere a la capacidad de la madre y del padre de metabolizar, digerir, la situación que crea angustia en el bebé y poder devolverle al bebé un cierto entendimiento de que no está solo. Al hacer esto se alivia la intensidad de la angustia en ese episodio. Por ejemplo, el niño llora desesperadamente porque se ha golpeado. La madre se da cuenta. Lo carga, le habla y le explica, aún cuando sabe que el niño pequeño no entiende lo que le está diciendo. Es una relación de dos, en donde el doliente se siente acompañado y entendido, en su dolor y en su angustia. Con el curso de los meses, la función reverie va a ayudar al niño a ir comprendiendo los acontecimientos de su realidad. Se sabe protegido y acompañado por la figura materna que ha ejercido esa función reverie, que definitivamente contribuye a la disminución de la intensidad de su angustia.
  1. Capacidad de introducir la metáfora del nombre del padre en la mente del niño: Como ya hemos visto, en los inicios de la formación de la personalidad, el niño y su madre forman una dupla. Son dos personas en una relación cerrada de amor-odio, que no admite la presencia de un tercero. Esta relación dual es lo que se llama: periodo narcisista [o periodo imaginario] de la evolución de la personalidad. Va a ser crucial en la mente del niño que esta dupla pueda romperse. Es la madre la que va a introducir la existencia del padre en la mente del niño. Se trata de una metáfora. La madre al tener inscrita la figura del padre en su propia mente, va a poder hablar de él a su pequeño niño de dos y tres años. No es necesario que el padre exista en la realidad. Puede estar muerto, en la guerra, de viaje o sencillamente ausente. Su presencia carnal no es crucial. Lo que importa es su presencia en la mente de la madre. Es ella, la madre, al tenerlo inscrito en su mente, que lo va a transmitir y permitir la inscripción en la mente de su hijo o hija. Esta figura metafórica del padre va a permitir que la dupla madre-hijo se rompa. Cuando eso ocurre, el niño pasa de una relación dual narcisista, a una relación triangular, edípica. Si esto no ocurre la cosa es grave. La inscripción del nombre del padre en la pique del niño, es lo que va a introducir la prohibición del incesto. Es decir va a introducir la ley y el orden. Cuando la inscripción no ocurre, la dupla narcisista se mantiene intacta y la oportunidad de inscribir la metáfora paterna se ha perdido. Posteriormente, esta inscripción no puede hacerse. Ya pasó el momento oportuno. Lo que puede ocurrir es que esta deficiencia va a ser remendada con una suplencia. Esta suplencia puede ser un síntoma de la neurosis infantil.