
ESE OSCURO OBJETO DEL DESEO de Luis Buñuel
Rómulo Lander [Caracas, 1987]
Un viejo español llamado Luis Buñuel nos ha prevenido contra la tentación de encontrarle significación alguna a sus films. Los define como una serie de ideas e imágenes colocadas más o menos en el orden en que acudieron a su espíritu. Sin embargo la riqueza inconsciente de la producción surrealista es tentadora, para hacer precisamente todo lo contrario a lo sugerido por él. Luis Buñuel realizó ‘Ese oscuro objeto del deseo’ a los setenta y cuatro años de edad. En su auto biografía ‘Mi último suspiro’ dictada unos meses antes de morir a Jean Claude Carriere, su guionista de toda la vida, Buñuel nos dice que en esa época había conocido a dos jóvenes actrices extraordinarias. Una en Paris y la otra en Madrid. Sin darse cuenta le había ofrecido el rol estelar de su próxima película a ambas. Posteriormente Buñuel resolvió este dilema en una forma surrealista y a la vez práctica. Dividió el papel de Conchita entre Ángela Molina y Carol Buquet. Dos actrices para un solo personaje. Y todos tan contentos. El rol de Mateo se lo dio a su actor preferido de siempre: Fernando Rey.
La historia que vamos a ver en el film es narrada por Mateo desde el punto de vista masculino. Vale decir, desde el punto de vista de Buñuel. La historia nos va a mostrar tantos elementos reveladores, que va a ser posible entender de alguna manera, la extraña conducta amorosa de los protagonistas y la imposible posesión del cuerpo de una mujer.
Mateo es un burgués viudo, bastante rico y de unos sesenta años, quien esta aparentemente retirado de los negocios. La presencia de su criado de muchos años, quien desprecia a la mujer y la considera ‘un saco de excrementos’ nos plantea en metáfora, ciertos aspectos de la propia personalidad de Mateo. Al iniciarse el film Mateo muestra sorpresivamente sus deseos homicidas hacia Conchita con quien le une una intensa relación amorosa sadomasoquista. Vaya paradoja, el masoquista se hace sádico. Mateo prefiere vaciarle un balde de agua sucia en el andén de un tren, que sencillamente matarla. Como ya les he dicho Conchita va a ser interpretada por dos actrices diferentes. Una es la Conchita sádica, voluptuosa y agresiva, la española sevillana: Ángela Molina. La otra una Conchita seca y distante, pero delicada y parisina: esta es Carol Bouquet.
Mateo mantiene una relación apasionada de amor esclavizante e indisoluble con una mujer sádica. Esta nada extraña relación amorosa, se puede entender al observar la escena de la relación del bebé con su madre. Es la escena donde una madre que carga a su bebé, se acerca a Mateo a pedirle limosna. Al acercarse la cámara a la mujer, resulta que el bebé es un puerco recién nacido, sostenido en estos brazos maternos, en posición de amamantamiento. Es claro, una madre carga a su hijo, quien es un marrano. Así púes el bebé Mateo se sentía tratado como un puerco por su madre. Es decir una madre sádica y un bebé indefenso y esclavizado. Mateo gracias a los maltratos de Conchita se mantendrá esclavizado a ella en forma indisoluble. Tal como se muestra en las dos escenas hacía el final del film. Allí aparece una imagen extraña en donde mateo y Conchita observan en una vidriera la mano de una mujer que zurce cuidadosamente el desgarrón en un encaje ensangrentado, justo segundos antes de la gran explosión final. Una extraña mezcla de la delicadeza de una mano que zurce y de la violencia mortal de una explosión terrorista. Podría ser la metáfora de una sublime síntesis y glorificación de su indisoluble pasión sadomasoquista.
Pero volvamos a la historia de Mateo. Esta relación amorosa sadomasoquista nos la muestra Buñuel de varias formas. Por ejemplo, Conchita rechaza a Mateo y varias veces lo abandona. A veces en forma brusca e inesperada sin dejarle dirección ni paradero, como ocurre el día en que Mateo la conoce como criada, o como cuando la reencuentra en Suiza. Todas las veces Mateo saldrá en su búsqueda. Cada vez más, porque el rechazo de la Conchita, en ambas versiones parisina y sevillana, le duele y esto la hace tanto más deseable. Este dolor indefinible lo anuda a ella. Cosa que ella no comprende. Ella cree en su inocencia, que si le da su cuerpo y el oscuro objeto del deseo, él al encontrarse satisfecho, la abandonará.
En otra escena cuando finalmente Mateo logra establecer una cierta relación amorosa con ella y ella le permite que Mateo le acaricie sus hermosos senos, entonces le niega rotundamente el coito y la posibilidad del placer orgásmico. Expresión sádica de su temor que solo comprenderemos luego en el film. Hay una escena en donde después de un reencuentro Conchita le dice: … que por fin va a ser suya. Se dirigen a una hermosa casa de campo propiedad de Mateo. Llegan de noche, retrasados por uno de los repetidos ataques terroristas que aparecen en el film, reflejo de un mundo violento. Una vez en la casa Conchita insiste en cambiar de habitación, ya que se encuentran en la antigua habitación conyugal de Mateo. … Allí no puede entregársele. Cambian de habitación e inician unas fogosas caricias amorosas y Conchita decide ir al baño a prepararse. Regresa e inician sus besos y caricias para encontrar que Conchita se ha colocado … un cinturón de castidad que le protege toda la zona genital, haciendo imposible la penetración. Aquí vemos parte del conflicto de Conchita: Ella se niega a si misma el darle a Mateo … ese oscuro objeto del deseo. Se niega a si misma el darle a su hombre el placer orgásmico que tanto él desea. Esto la convierte en sadista por temor a darle lo que también ella misma desea. Todo por el temor al abandono y la vuelta a la pobreza. Por eso el cinturón de castidad, es mas para ella que para Mateo. Me pregunto el porque Conchita está atrapada en esta situación absurda.
La Conchita sevillana es una mujer de unos veintidós años de edad, joven y hermosa, oriunda de Sevilla pero educada en París. Es huérfana de padre, cosa muy importante en la vida de una mujer. La desaparición precoz del padre suicida la llena de ira contra la misma figura amada del padre. Además, esta muerte precoz las deja a ella y a su madre en una gran pobreza, tan grave que hasta padecen del hambre. Conchita nos va a plantear con sus actos que Mateo al igual que su padre abandonara a la mujer en el momento más imprevisto. Por eso ella que desea intensamente a Mateo, como la figura de un padre entrado en años, teme quererlo y entregársele, porque en cualquier momento la va a abandonar. Por supuesto que esto ocurrirá después del coito. Así Mateo resulta ser una figura paterna para Conchita, y ella en su relación sádica con él, estable su venganza contra el padre suicida. Esta venganza la muestra Buñuel en una de las escenas postreras del film, donde Conchita obtiene finalmente lo que ella cree que deseaba: … salir de la miseria y ser propietaria de una gran casa Sevillana. Mateo compra la casa y se la regala. Conchita cita a Mateo esa noche, para al fin darse a él en su nueva casa. Cuando Mateo llega a la puerta de rejas la encuentra cerrada. Conchita no le abre. La Conchita ha cambiado de personaje y ahora es la Parisina. Le insulta desde el interior mostrándole desprecio y odio. Mateo se muestra perplejo aferrado a las rejas. Conchita procede delante de Mateo y realizar el coito con otro hombre. Conchita se desnuda y poniendo una cobija en el suelo, observada por Mateo desde las rejas, quien se encuentra sorprendido y a la vez excitado sexualmente va a observar como Conchita parisina es dulcemente penetrada y poseída por un hombre que no tiene ninguna significación para ella. Esto me parece claro. Ella no puede darle a Mateo, el oscuro objeto del deseo, porque si este otro hombre anónimo la deja, a ella le tiene sin cuidado, ya que con ese desconocido no la une ningún nudo de amor. Pedirle a Mateo que la observe tiene la intención sádica de hacerle sentir al máximo su venganza por el padre suicida. Le da a otro sus genitales, que ella cree es lo único que el hombre Mateo desea de ella. En todo esto Conchita comete un error. Mateo no es su padre y no le tolera esta venganza genital.
La conchita sevillana va de nuevo en su busca y lo encuentra en su jardín sevillano. Le dice que el hombre de aquella noche no era nadie para ella. Le pide que no la abandone, que no la deje. Ella trata de buscar el perdón de Mateo y le devuelve la llave de la deseada casa, pero Mateo no la acepta y la golpea. Le rompe la nariz y la deja aparentemente para siempre.
Conchita insiste en el perdón de Mateo, cambia de personaje quien ahora es la parisina y lo busca en la estación del tren donde se inició el film y donde Mateo la rechaza de nuevo al echarle el ya mencionado balde de agua. Allí es donde Mateo decide contar la historia a sus compañeros del compartimento del tren. En esta narrativa Mateo muestra una sensación de triunfo sobre la mujer sádica, la madre mala, de quien cree haberse librado. En el fondo busca apoyo y justificación que le alivie del temor y la culpa de haberla rechazado definitivamente, cosa que el mismo no desea. Sucede entonces algo increíble. En la escena siguiente casi llegando a París, Conchita quien se había embarcado en el tren aparece con otro balde de agua y se lo derrama encima a Mateo. Es decir lo ataca de nuevo: … que alegría Mateo, tu oscuro objeto de sufrimiento y goce ha regresado.
El film en su escena final se orienta siguiendo el curso de la compulsión de repetición. La escena nos muestra a Mateo y Conchita que se alejan en un taxi. Sin duda iniciando un nuevo ciclo de placer y goce sadomasoquista, en donde cada quien satisface su oscuro objeto de deseo proveniente de una situación infantil edípica irresoluta. Ella negándole el objeto del deseo y él atrapado con la mujer que no le da lo que él tanto desea. Se alejan en el taxi, justo después de la escena del encaje ensangrentado. El film termina de la única manera posible: con la escena de la gran explosión y la muerte.