
Heinz Kohut escribió en su primer libro de 1971 que la droga no es un substituto del objeto de amor, ya que la droga es el reemplazo a un defecto en la estructura psíquica. Esta propuesta teórica a mi entender fue y es muy acertada. Años después con la llegada del psicoanálisis estructural y con la aparición de la teoría de los huecos en la formación de la personalidad, esta propuesta de Kohut se hará mucho más fácil de comprender.
En relación a los consumidores de drogas ocurre que es necesario hacer una diferencia en la causa del consumo. El consumidor ya sea un joven o un adulto va a consumir por algún motivo. Unos consumen de manera ocasional y curiosa a veces festiva y otros consumen de forma compulsiva e irresistible. La propuesta de Kohut aplica al segundo tipo. Este segundo tipo de consumo recibe el nombre de adicciones graves. Las adicciones graves responden a la necesidad del sujeto de obturar su vacío o hueco mental. Así el consumo de drogas, que incluye entre otras drogas el consumo compulsivo de alcohol, termina siendo un intento curativo del defecto psíquico, es decir del hueco. Lo lamentable es que este intento curativo de aliviar el vacío interior y la angustia sin nombre, es profundamente destructivo. Como dice el dicho popular: <el remedio es peor que la enfermedad>.
En una época de mi vida trabajé por diez años en un equipo de pioneros, que con bastante éxito, logró establecer el inicio de las primeras comunidades terapéuticas de Caracas. Para esa época la Psicodelia era una novedad. Era la época del inicio de la melodía de los Beatles. En ese entonces me dijo un paciente lo siguiente: La droga es mi cura para la pérdida del sentido.
También me dijo: La droga salvó mi vida, sin ella me hubiera suicidado, porque me sentía tan solo y tan perdido, agregaba y decía: la droga me ayudaba a recrear la ilusión de fuerza y de orden.
Sabemos que los adictos graves pueden mantenerse abstinentes por largos periodos de tiempo. Para que esto ocurra se necesita establecer un vínculo de tipo simbiótico con el objeto. Esta relación simbiótica obtura el hueco psíquico y desaparece temporalmente la sensación del vacío interior con su correspondiente angustia sin nombre.
Las Comunidades Terapéuticas con su oferta sincera de pertenencia, con su exigencia estricta de abstinencia, con su sistema de jerarquías que se instaura a través de una justicia paterna con reglas visibles que son igual para todos y con un sistema de reconocimiento de su conducta apropiada y de afirmación de su ser que cada miembro de la comunidad puede obtener con su conducta y experimentar como propia, con todo esto, se va a ofrecer una relación de objeto con la comunidad, que va a producir el efecto de obturar la falta de sus miembros. Mientras el sujeto es parte activa y está comprometido con el sistema y reglas de la comunidad no habrá consumo. No habrá consumo por una simple razón: ese miembro no necesita la droga.
El problema aparece cuando después de uno o dos años de vivir con éxito en esta comunidad, se le plantea el alta. Es decir el egreso. Al salir de la comunidad el sujeto se enfrenta a la calle, donde rigen otras leyes y otras reglas. La calle es el infierno. La calle es peligrosa. En los casos afortunados la familia del egresado puede ser capaz de ofrecer pertenencia, respeto y justicia con reglas que sean iguales para todos. O puede no ser capaz de ofrecerle eso. Al perder la suplencia que obtura la falta el sujeto vuelve de nuevo a sentir su vacío interior y su angustia sin nombre. La droga está allí a su alcance para aliviarle de su sufrimiento.
Los miembros de una comunidad que han sido consumidores de drogas pueden provenir de cualquiera de las tres estructuras Psíquicas inconscientes que he mencionado en capítulos anteriores. Algunos son simples neuróticos, otros son estructuras psicóticas compensadas y muy pocos son estructuras perversas verdaderas. Lo importante de reconocer las estructuras mentales inconscientes y sus diferentes mecanismos es que nos va a ayudar a ayudarles a encontrar una suplencia efectiva y duradera. Sabemos que los huecos de la mente no tienen compongo. No tienen arreglo, son huecos estructurales. Están allí para permanecer, pero pueden ser obturados con una nueva suplencia no destructiva.
Algunos de los consumidores recuperados con éxito dedican su vida a ayudar a otros consumidores. Se hacen terapeutas de nuevas comunidades. Así pueden mantener activa su suplencia que les obtura la falta. Otros encuentran en el vínculo de amor, una relación muy estrecha tipo simbiótica que les obtura la falta. Otros lo encuentran en Dios al unirse y pertenecer a cualquier grupo o secta religiosa en la cual exista un régimen sincero de respeto y justicia visible [con reglas claras] que igual para todos. El reconocimiento del bien actuar y la afirmación de su ser, completan la ecuación para la pertenencia y la posibilidad de obturar el hueco.