INTOLERANCIA Y LA MALDAD HUMANA

INTOLERANCIA Y LA MALDAD HUMANA

Rómulo Lander [Caracas. 2014]

En el siglo 20 Venezuela solía ser un país de tolerancias. Era un país próspero de gente buena, amable y llena de alegrías, en donde todo el mundo tenía su manera de tener algo. La simpatía y el respeto por el otro era lo natural. En los comienzos del siglo 20 con el advenimiento de la riqueza petrolera y la prosperidad ocurrió una catástrofe. Una seria calamidad el exceso de población no manejable. Lo que se llama una <explosión demográfica>. Ese exceso de población cambió la vida de la nación.

De ser en 1960 un país con 5 millones de habitantes, pasamos a ser en 2014 un país de más de 31 millones de habitantes y continúa en rápido aumento. El exceso de población no pudo ser absorbido por el orden social establecido y eso desestabilizó al país. Había demasiada gente primitiva, inculta y sin profesión definida. Esto creó un mundo desconocido para sus ciudadanos. El exceso de población a lo largo y ancho de todo el país nos llevó a la saturación demográfica, con habitantes que se encontraron sin vivienda, con una educación muy deficiente, sin trabajo y sin recursos de salud. Es decir ciudadanos excluidos del sistema social. Los recursos públicos usados a capacidad completa [hospitales y escuelas]  y los recursos de las instituciones privadas usadas a capacidad completa [que contribuyen en la ayuda social] no pudieron acompañar la rapidez que llevaba el paso de la explosión demográfica.

Esta saturación demográfica desató la intolerancia de los ciudadanos  dando origen a una forma particular de fanatismo violento. Progresivamente el país se dividió en dos mitades: una mitad, que odia a la otra. Este odio fue y sigue siendo utilizado por grupos nacionales y transnacionales organizados con el fin de aferrarse al poder utilizando para ello una ideología política narcisista maniquea.

La intolerancia trata de una conducta humana que se basa en la imposibilidad del sujeto de adquirir y mantener la alteridad del Ser. Eso significa que en su relación con el otro, lo percibe como si fuera el sujeto mismo. Se impone el <Yo soy Tú>. [Relación de objeto de tipo simbiótica]. En vez de relacionarse en alteridad [asimetría] en donde predomina el <Yo soy Yo> y <Tú eres Tú>. Cuando se pierde la alteridad y aparece el <Yo soy Tú> y se percibe una diferencia en el otro, este otro se hace intolerable y se hace necesario eliminarlo y destruirlo. Así aparece la maldad humana que no tolera la diferencia y así no se tolera la diversidad del Ser. El maniqueísmo como doctrina política refiere a la intolerancia de la diferencia. No se tolera y no es aceptable el otro diferente. En el maniqueísmo se impone una sola manera de pensar y un solo líder. Los otros que difieren hay que eliminarlos.   

Esta ideología maniquea específicamente busca la eliminación del otro que piensa diferente. No hay tolerancia a la diferencia. Se mata para imponer la ideología única. En Venezuela en los últimos años después del año 2000, la criminalidad y el número de homicidios llegaron a cifras nunca conocidas en el país. Consecuencias de la política narcisista maniquea. La cifra de crímenes violentos por cada 100 mil habitantes llegó a ser record mundial en 2013 incluyendo a los países en guerra caliente. Así se llegó a 25 mil homicidios solo en el año 2013.

Ya hace muchos años en 1932 Sigmund Freud a propósito de los horrores de la Primera Guerra mundial, contestó una carta que le escribiera una semana antes el físico atómico Albert Einstein y que tituló ¿Por qué la Guerra? Allí expresaba su desilusión sobre la condición humana. Ante el fanatismo irracional, la crueldad desenfrenada y las mentiras repetidas de sus dirigentes, Freud dijo lo siguiente: ‘La primera víctima de la guerra: es la verdad’. Ante el avance de la ideología nazi y del fascismo europeo, su desesperanza fue en aumento, así como el pesimismo sobre el futuro de la humanidad. Pero ya dos años antes, en otro trabajo, que había publicado en 1930 titulado: ‘El malestar en la cultura’ entre otras cosas, había denunciado: <se trata del triunfo de la sinrazón [de la bestialidad] sobre la razón y el buen sentido>. Freud volvió allí, en ese texto de 1930, a declarar que existe una contradicción entre la cultura y las pulsiones. Decía que mientras la cultura intenta instaurar unidades sociales cada vez más organizadas, es inevitable que para lograr este objetivo, se restrinja [se reprima] el despliegue y la satisfacción de las pulsiones sexuales y agresivas. Esto inevitablemente transforma una parte de la pulsión agresiva, en sentimiento de culpa inconsciente. Por eso la cultura genera insatisfacción y sufrimiento: <Mientras más se desarrolla la cultura, más crece el malestar en la sociedad>.

La poca esperanza que nos muestra el tono escéptico con que habla Freud en ese texto de 1930, se relaciona con la situación que entonces se vivía en Europa. Después de la primera guerra mundial, ese viejo continente estaba sumido en una profunda crisis económica, política y social. Estas crisis pueden guardar analogía con lo que ocurre a nivel global hoy en día: Es algo que ocurre ante las repetidas declaraciones mentirosas y falsas de los líderes. Ante el egoísmo, la impostura, y la corrupción de esos mismos líderes. Ante la enorme falta de ética de los políticos y de otros seres poderosos [banqueros, empresarios, policías, jueces etc.] los cuales son precisamente los encargados de dirigirnos y cuidarnos: nos vamos a encontrar con una paradoja viviente: <el que nos cuida, es el que nos mata>. Es necesario abrir los ojos y saber que estamos en la presencia de un mundo primitivo monstruoso. Esto nos lleva a la interrogante acerca del futuro de este mundo, un mundo desquiciado y cada vez más poblado. Es claro que necesitamos entender para poder construir el camino a la recuperación social.

La crisis de pobreza y la hambruna global, provocadas por el exceso de población mundial, nos han llevado inevitablemente a un choque de culturas, de valores sociales y valores religiosos. Algunos hablan de un choque de religiones. Otros hablan de un choque de culturas. Otros hablan, del este contra el oeste. A la verdad que esas aseveraciones no ayudan a entender nada. Encuentro que la explosión social actual, nos ha llevado al borramiento y a la ruptura de los valores que espontáneamente surgen desde el interior de cada familia. Cosa que ocurre a nivel global, pero también en nuestro querido país.

Esto ocurre especialmente en la enorme muchedumbre que habita los márgenes de las grandes ciudades de hoy día. Ocurre que <esa muchedumbre necesitada no puede ser incluida en el sistema social. A menos que mejoren su nivel de conocimientos>. Esas dificultades y pérdida de valores de tanta gente tiene su consecuencia: <se deshilacha la textura de nuestra red social>. Así el trato cotidiano, la ética de los ciudadanos y el lenguaje popular, que existe en aquellos seres que encontramos diariamente en las calles, nos resulta hoy en día casi irreconocible.

Esta situación evoca a aquella antigua época de la post-guerra. O quizás más atrás aún. Evoca el caos de los tiempos medioevales, con sus componentes mágicos de brujas y paleros. Todo esto puede motivarnos a tratar de comprender este fenómeno y luego dedicarnos a buscar las soluciones a este mundo actual caótico. Es imperativo pensar en términos de prevención ya que en ello, nos va el futuro y además nuestras vidas. Por esto deseo mencionar el problema de la <justicia social> y el problema de los <derechos humanos>. La lucha por los derechos humanos, nos invita a la lucha social, para así lograr una igualdad de oportunidades y derechos. El grito por la igualdad de derechos civiles: es legítimo. Pero también ese mismo grito puede ser usado con intereses malvados. Puede ser un grito que se usa para aniquilar al otro. Me refiero al grito engañoso que anuncia una lucha asesina por la justicia social. Estas luchas están y ya existen. Son el producto engañoso directo de la maldad humana.

La <justicia social> se refiere a las nociones fundamentales de <igualdad de oportunidades> y de tener y disfrutar de los <derechos humanos>. Todas las personas tenemos necesidades básicas comunes que se traducen en los derechos humanos fundamentales: el derecho a la vida, a la libertad, a la salud, a tener la propia identidad, a la educación, a la libre expresión, a la libre circulación y a ser tratados con dignidad y respeto. Cuando estas necesidades fundamentales no se satisfacen, nos encontramos frente a una grave injusticia [inequidad] que pueden darse tanto en los países avanzados industrializados, como en países en desarrollo. Lo que convierte estas situaciones en <injusticias> es que pueden ser evitadas: no se trata de problemas irresolubles, a los que no podamos hacer frente, sino que a menudo han sido provocados por personas o grupos de personas específicas. Las injusticias persisten porque mucha gente se desentiende de ellas. La decisión de promover o negar la <justicia social> está en manos de las personas, ya sea a escala individual, nacional o mundial. Opino que la pobreza es la injusticia más fundamental y más extendida, porque no permite el acceso a otros derechos fundamentales. La <discriminación> también es una injusticia que interfiere en las posibilidades que tienen los individuos de desarrollar su potencial personal a plenitud.