
TIPOS DE ACTOS DEL ANALISTA
Rómulo Lander [1996]
El analista legítimamente dispone para realizar su trabajo de cuatro tipos de actos. Me refiero: el acto analítico [propiamente dicho], el acto pedagógico, el ortopédico y el acto arbitrario. Cada uno de estos actos necesita que el analista, esté en plena consciencia del acto que realiza, para así poder rescatarse de él, cuando así lo considere apropiado.
- ACTO ANALÍTICO
El acto analítico propiamente dicho refiere a aquel acto en el cual el analista está ocupando su lugar y su posición de analista.
Lugar del analista
Este lugar refiere al tipo de escucha que realiza el analista. La escucha del analista es algo fundamental en el ejercicio del análisis. Es quizás el instrumento de trabajo más importante. Pero no se trata de cualquier escucha. Es una escucha especial en donde el analista se encuentra entrenado para no hacer ningún juicio de valor. Eso es lo que le va a permitir escuchar sin tener prejuicios. Se trata de escuchar para tratar de entender los mecanismos mentales, el tipo de angustia y el tipo de relación de objeto, que están presentes en la mente del analizando.
Es el análisis personal del analista lo que le va a permitir revisar sus propios ideales y revisar sus propios prejuicios. Es este análisis personal, lo que permite que el candidato en análisis pueda pasar, de estar acostado en el diván, a poder sentarse en la silla del analista. El lugar de la escucha es un lugar difícil, ya que toda sesión va a transcurrir bajo los efectos de la transferencia. Esto quiere decir que el analista es inevitablemente depositario de las proyecciones transferenciales del paciente. Es decir el analista es sin poder evitarlo un semblante de algo[1] del paciente. Esto lo hace depositario de las pasiones de la temprana infancia del paciente. Pasiones que pueden ser de amor o de odio.
El trabajo del análisis exige al analista que contenga[2] todas estas proyecciones del paciente sin identificarse con ellas. Es decir, que el ejercicio de su trabajo pueda mantener su capacidad de alteridad adquirida en su propio análisis. Esto quiere decir, tener la capacidad de asimetría en donde sujeto y el objeto están discriminados uno del otro. Es donde aparece el necesario <Yo soy Yo>, y <Tú eres Tú>. Si se pierde la alteridad entonces aparece la simetría con el paciente: aparece el <Yo soy Tú> y en ese momento el proceso de descubrimiento del otro se detiene. Es decir se detiene el análisis. Por eso es completamente absurdo e inaceptable la recomendación que he escuchado muchas veces, de ponerse en los zapatos del paciente. Si se hace eso, ocurre la identificación del <uno con el otro>. Es decir aparece el <Yo soy Tú> y se detiene el proceso de búsqueda y descubrimiento.
Como vemos eso de escuchar no es nada fácil. El que escucha, va oír cosas terribles, que a veces caen en la categoría del horror. Una vez que ya ha oído, lo escuchado se convierte en un significante en la mente del analista. Aún cuando se discrimine con éxito del otro, el significante escuchado, puede hacer efecto de trauma en el analista. Si esto es así, lo escuchado obliga al terapeuta a una revisión de su propia vida, de sus recuerdos de infancia, de su sistema de ideales, que solo se hacen en el dialogo con su propio analista. Por eso los analizandos [pacientes] ayudan al progreso mental del analista, tanto como a la inversa. Está claro que cuando dos personas están en un cuarto hablando, el que está peor, se mejora.
El block maravilloso de Freud
El analista debe desarrollar la habilidad de escuchar sin identificarse con lo escuchado y luego poder olvidar, para luego en la próxima sesión poder recordar perfectamente, lo dicho por el analizando. El analista adquiere durante su análisis personal la capacidad de discriminación entre el sujeto [analista] y el objeto [paciente]. Freud describió en 1910 un juguete para niños que había aparecido en Viena en esos años. Se trataba de una pizarra portátil para niños que tenían una base de cera y un celofán que la recubría y sobre el cual se escribía. Al levantar el celofán y separarse de la base de cera, lo escrito se borraba como arte de magia. El juguete se llamaba ‘Block maravilloso’. Freud lo utilizó como una metáfora para ilustrar los tipos de memoria. Ilustraría un tipo de memoria que podía recordarse y otra no. Pero este juguete luego se utilizaría para ilustrar la capacidad del analista de olvidar a voluntad todo lo hablado en una sesión de análisis, tan pronto el paciente sale de sesión. Tal como si se levantara el celofán de la pizarra mágica. Lo interesante es que al día siguiente, al entrar el paciente en sesión, el analista puede volver a recordar lo hablado con anterioridad. Esa habilidad de olvidar y luego recordar se adquiere con la capacidad de discriminación del sujeto y el objeto [capacidad de alteridad] que el analista desarrolla durante su análisis personal. Ciertamente esta habilidad ayuda mucho a la práctica del análisis, ya que cada paciente encuentra a su analista limpio de pensamientos y sentimientos provenientes de la sesión anterior.
Ética del lugar del analista
También llamada la ética de la neutralidad del analista. Sabemos que la ética del lugar del analista, refiere a la ética de sostener la transferencia y permitir que fluya la asociación libre. Esto quiere decir: el analista sabe que es semblante, es decir pequeña-a para el analizando y no debe identificarse con lo proyectado, así permite que fluya las asociaciones del analizando. Sabe de la magnitud de las proyecciones que caen sobre él. Su tarea y su ética están en sostener [está pequeña-a] proyectada, haciendo la transferencia del analizando. Es decir sostener la transferencia sin identificarse y sin hacer simetría con las proyecciones que está recibiendo. De esta forma el analista sostiene el semblante y además el ideal de su paciente, que lo admira, lo teme o lo odia.
Freud se refería a este fenómeno como la neutralidad analítica: El analista escucha a su analizando, sin identificarse y sin hacer simetría con él. De hacerlo el analista cae en simetría y en estado de infatuación. Pierde su lugar analítico y se encuentra fuera de ética. Como ya dije anteriormente en ese momento el proceso de análisis se ha detenido. Esto puede pasarnos a todos, pero es necesario rescatarnos de ello. Para eso se requiere de un interlocutor calificado, de un Otro, de un alter, que actúe como supervisor en confidencia. Esto va a permitir que el analista al hablar de su acontecimiento interno pueda rescatar su alteridad. Es bueno aclarar que esta ética del lugar del analista, incluye la ética de la oferta de confidencia [secreto profesional] y de escucha sin hacer juicio de valor. Esto último define a la neutralidad del analista que es propia del lugar del analista.
La posición del analista
La posición del analista es aquella en la cual el analista al pronunciar su palabra o su silencio lo hace desde la posición de un sujeto castrado, es decir vaciado de verdad-toda. Sabemos que cada vez que el analista habla el analizando espera que éste lo haga con toda su sabiduría. El analizando cree que la palabra del analista le ofrecerá finalmente la verdad revelada y por esta vía encontrará la felicidad. El analista es así, el depositario en transferencia de todo el saber, amor u odio, que el analizando proyecta desde las experiencias de su infancia.
Pero el analista lo sorprende y lo frustra al no satisfacer la demanda, ni darle esas respuestas de verdad revelada. Más bien interviene puntuando, cuestionando, interpretando y llevándolo de nuevo, a trabajar analíticamente en la búsqueda de su verdad: diciéndole lo que no se espera. Al sorprenderlo: lo pone a trabajar. Lo pone a pensar y buscar dentro de sí mismo: es la búsqueda de esa verdad perdida que siempre encontrará sólo a medias. La ironía está, en que esta verdad siempre se encuentra en la mente del paciente y no en la mente del analista. Por eso el analista aun cuando le interpreta, en esa intervención, está interrogando al inconsciente del analizando. El analista tiene que intervenir desde la posición del no-saber, porque el saber está en el otro. Al no poner en juego su propio deseo, el analista ocupa su posición: es decir esta en abstinencia. El analista no pone en juego su propio deseo.
Ocupar esta posición analítica tampoco es tarea fácil, ya que el analista tiene un problema inevitable, inherente a su oficio y es que el analista sabe demasiado. La experiencia de los años de práctica, le enseña sobre sí mismo, y también sobre la condición humana. El saber demasiado es el peor peso. Porque lo que más ayuda al analizando es que el analista ocupe su posición analítica de no-saber. Su posición [del analista] es la de apartar su propio deseo y desde allí, poder interrogar el inconsciente del analizando. La paradoja es que el saber acumulado por la experiencia de los años, se va a convertir para el analista en un obstáculo de presencia diaria en el ejercicio de su oficio. Saber demasiado empuja el deseo del analista a hacer presencia, con lo cual se puede interrumpir el proceso analítico.
Ética de la posición analítica
Lacan solía decir que no hay acto analítico sin ética (Lacan, J. 1959). Para mí, siguiendo la enseñanza de Lacan, considero que Lacan aquí se refiere a la ética del paciente de <actuar en conformidad con su deseo> y se refiere a la ética del analista que es <la ética del buen decir>. Y siguiendo la enseñanza de Wilfred Bion considero que la ética del paciente consiste lograr <ser lo que se és>. Para mi entender ambos autores dicen lo mismo. La ética del psicoanálisis refiere a otra cosa. Refiere a la expectativa y la exigencia: de que el analista ocupe el lugar que el lugar y la posición analítica.
Jacques Lacan en su Seminario sobre La ética [Lacan, J. 1959] y en el Seminario sobre El acto analítico [Lacan, J. 1967] plantea claramente que la ética del Psicoanálisis y por lo tanto del analista, es la ética de la <búsqueda de la verdad inconsciente del sujeto>. Es decir su verdad interior. Lacan nos enseña algo similar a lo presentado por Bion, cuando Lacan nos dice, que la ética del análisis está en <no ceder en el deseo> en <que el sujeto debe actuar en conformidad con su deseo>. Sabemos que el deseo del sujeto es inatrapable, sin embargo sus efectos refieren a su verdad interior.
No actuar en conformidad con el deseo es pasar a la impostura del propio sujeto. Es actuar en conformidad con la exigencia familiar y social. Es como dice Lacan <la traición a sí mismo>. Aquí la ética del Psicoanálisis toca a la ética del Psicoanalista, ya que el analista podría estar fuera de una posición ética si hace alianza inconsciente con las demandas y valores familiares y sociales de su analizando. A veces, el analista es empujado a esta alianza insincera ante el horror de lo reprimido. Aparece así el horror de su acto.
Como ya les dije, Lacan decía <no hay acto analítico sin ética>. Entiendo que se refiere a la ética del buen decir y a la ética de la búsqueda de la verdad interior. Ya que esta es la única forma como el acto puede ser genuinamente analítico. La ética de la posición del analista refiere a la ética del buen decir. Esto se refiere la ética al momento de intervenir el analista. Ocurre cuando el analista decide intervenir con su silencio, con su palabra o con su acto. Erróneamente, si el analista se otorga a sí mismo, el lugar del saber, estará ubicado como un sabio. Es decir un significante del Otro completo, no castrado. Hablará creyendo que tiene la verdad del analizando. Y desde allí le interpreta. Su interpretación podría ser reveladora, pero sobre todo será obturante. El analizando escuchará esa supuesta verdad, que viene de su analista, quién posee el poder otorgado por la transferencia. El analizando queda satisfecho y cerrado. Su búsqueda y sus preguntas han sido contestadas. El proceso se detiene. Con el agravante de que la interpretación se ha sostenido en la sugestión.
<La ética del buen decir> plantea lo contrario. El analista interviene y dice poco desde donde no se le espera. Interviene sin tener la verdad del analizando. Es decir habla desde una posición castrada, de ignorancia. El analista puntualiza, precisa, hace la pregunta analítica y re-lanza la búsqueda de esa verdad interior perdida, que solo él analizando podrá encontrar. El analista habla desde el lugar de no deseo, es decir desde la abstinencia del analista. Así la abstinencia del analista se define como la ausencia del deseo del analista. El analista no tiene ningún deseo que imponer al paciente.
34 observaciones sobre la intervención del analista
- La interpretación es un instrumento de trabajomuy importante del cuál dispone del analista. Más no es el único. La escucha sin ejercer juicio de valor, la catarsisdel paciente, la pregunta analítica, el silencio atento del analista y la clarificación, son los más valiosos después de la interpretación.
- La interpretación consiste en las palabras que pronuncia el analista de lo que ha entendido acerca de la vida mental del analizando.
- Este entendimiento del analista proviene de los recuerdos, fantasías, deseos, temores y otros elementos de la vida psíquica del analizando, ofrecidos en asociación libre al analista.
- Este entendimiento también se basa en el tipo de relación que el analizando establece con el analista en la cual se satisfacen necesidades infantiles y se reviven viejas relaciones de infancia. Esta relación especial con el analista se llama relación de transferenciala cual es reveladora de los elementos no-verbales de la historia del paciente.
- La interpretación aspira a revelar al analizando nuevos conocimientos sobre sí mismo, que hasta ese momento, son desconocidos, es decir inconscientes.
- Es preferible que la interpretación sea breve y que señale una idea al analizando.
- El silencio del analista y las preguntas analíticaspueden tener efecto de interpretación, ya que revelan o pueden hacer surgir lo reprimido.
- Las interpretaciones llamadas <histórico-genéticas> refieren al intento del analista de relacionar sentimientos, afectos, pensamientos y actos del presente, con algunos antecedentes conocidos del pasado remoto del analizando.
- La reconstrucción también llamada por Freud: construcción o construcciones, se relaciona con esas interpretaciones histórico-genéticas. Consiste en organizar la información sobre el pasado remoto del analizando y presentarla ordenadamente.
- Este tipo de intervención histórico-genética prepara el camino para interpretaciones más significativas y efectivas.
- La interpretación que produce cambio psíquico,cambio que ocurre dentro de una estructura psíquica dada, se llaman siguiendo la idea original de James Stracheyinterpretaciones mutativas.
- Las interpretaciones en <equívoco>son las más efectivas, ya que invitan al analizando a descifrarlas.
- Todas las interpretaciones surgen desde la transferencia, recibida y registrada por el analista.
- Cuando la interpretación indica la naturaleza de la transferencia en ese momento se llama <interpretación transferencial>.
- El efecto de las interpretaciones pueden llegar a un límite. Es decir un punto de agotamiento, donde según la estructura psíquica del analizando dejan de ser efectivas.
- Para sobrepasar ese punto de ineficacia se requiere de un acto. Generalmente del analizando y a veces del analista.
- Existen momentos en la cura analítica donde la interpretación está contraindicada,porque puede causar daño psíquico [iatrogenia]. Estos son los momentos donde se necesita utilizar otro instrumento, como es la continencia[holding] y la simple escucha analítica en silencio, sin identificación, ni juicio moral por parte del analista.
- ¿Qué es la interpretación? Con su decir, el analista marca y abre un espacio en la cadena significante del analizando para descubrir lo que no ha pensado [lo no-pensado]. Este concepto de la interpretación puede referir a cualquier intervención del analista que genera sentido, incluyendo entre otras cosas el silencio analítico y la pregunta analítica. Cuando digo, descubrir lo no-pensado, me refiero a dejar abierta la posibilidad de que cualquier descubrimiento surja en la mente del analizando. En este caso, el que interpretó fue el analizando. Lo analista solo ofreció la idea inicial y abrió el espacio para la revelación, que va a surgir en la mente del analizando.
- ¿Quién interpreta? Según lo dicho en el acápite anterior, al final del decir del analista <el que interpreta es el analizando>. Este punto refiere a la interpretación y al sentido. El analista presenta la idea, el paciente le da el sentido. El analista no conoce los efectos que tendrá su interpretación, hasta que esta es pronunciada y escuchada. Así encontramos en nuestra práctica los efectos provechosos del silencio del analista y de las intervenciones equivocadas. Al final se puede preguntar ¿Quién ha construido la interpretación? Naturalmente es el analizando el que al darle el sentido construye su propia interpretación.
- La interpretación y el problema de la verdad.Nuestro trabajo como analista no es orientar al analizando, ni hacer juicios de valor sobre su vida. Nuestro trabajo es la búsqueda de la verdad inconsciente. Ahora bien es entonces obligatorio preguntarnos ¿Cuál verdad? ¿La verdad implícita en la interpretación dada por el analista? O ¿La verdad del sentido otorgada por el analizando?
- El problema de las construcciones en psicoanálisis y de la supuesta <verdad histórica>refiere a la peculiar necesidad del analista de la re-construcción del pasado del analizante y a la presencia inevitable de los momentos pedagógicos en todo análisis. Propongo que esa verdad histórica, aún cuando tiene cierta utilidad preparatoria, para las intervenciones e interpretaciones posteriores, no produce transformación. No me opongo a las construcciones, solo que es necesario y útil diferenciarlas de los efectos de la interpretación. Al igual que ocurre con la interpretación, lo construido por el analista y ofrecido al analizante, va a sufrir una transformación y el analizante va a reconstruir a su manera subjetiva su propia historia infantil, que pudiera no coincidir con la construcción ofrecida por el analista.
- El problema de la sugestión en la interpretación: La sugestiónes la consecuencia inevitable del fenómeno transferencial positivo y negativo. El paciente al otorgar un saber al otro, le otorga un poder, así queda abierta, la inevitable presencia de la sugestión. Se trata de un fenómeno imaginario narcisista. La intensidad de la sugestión varía según la intensidad de la transferencia dada por la posición subjetiva que el analizando ocupa en el proceso analítico. Esto se relaciona con una mayor o menor identificación que el analizando establece con su analista.
- Simetría y asimetría en la dupla analítica: De esta identificación surge la importancia de la simetría y asimetría en la dupla. Si el analista establece una relación de simetría, esto significa que está en identificación con el analizando, lo cual es perjudicial para el proceso analítico. Se puede decir, que si el analista está en simetría, el proceso analítico está detenido. Es por lo tanto necesario y recomendable trabajar en asimetría, es decir sin identificarse con el analizando.
- La interpretación y su eficacia: El sentido nuevo surge de una discriminación entre lo arcaico y lo actual. Además el nuevo sentido va a producir una transformación de los ideales, que son los garantes originales del ser. Esto ocurre gracias al mecanismo inconsciente del <apré-coup> intraducible al español, corresponde aproximadamente con él <a posteriori>. Este efecto de apré-coup en los ideales, refiere a la posibilidad mutativade la interpretación, es decir a la interpretación provocando una transformación del ser. ¿Sin embargo, por qué considerar a lo mutativo como la única eficacia de la interpretación? El conocimiento, sin mutación en los ideales, podría preparar el camino a la revelación futura que lleva a la transformación de los ideales y a sus efectos posteriores.
- Los efectos de la interpretación: Lo dicho por el analista, ya sea, en la interpretación, el señalamiento o el esclarecimiento, va a generar la diferencia entre el decir y el ser. Crea la diferencia entre lo manifiesto y lo latente, entre el enunciado y la enunciación. Abre un espacio en la psique del analizante que puede ayudar a diferenciar lo manifiesto, lo ya dicho, de lo nuevo, lo sugerido, lo que está por llegar, de lo que hasta ese momento es desconocido. Al final ¿Cuál será el efecto de la interpretación?: ¿será el nuevo conocimiento, descubierto por el trabajo psíquico del analizando?
- La interpretación y el peligro de obturar la búsqueda inconsciente: Esto refiere a las interpretaciones que aspiran a ser completas o a convencer el analizando de algo. Lo que logran es un adoctrinamiento que obtura, es decir, tapona, cierra la apertura del inconsciente. Es importante tener cuidado de no interpretar desde el lugar del amo. Este lugar del amo, es el lugar en que el analista cree que sabe del inconsciente del analizando. Estas interpretaciones tienen el peligro de obturar la apertura de lo inconsciente tan difícilmente ganado. Es necesario estar alerta de las interpretaciones que taponan la apertura. La interpretación deseable debe re-lanzar en la psique del analizando su búsqueda de lo reprimido.
- Los límites de la interpretación: Cuando la palabra desfallece, es decir llega a su límiteo cuando el conocimiento cae prisionero del automatón, de la repetición estéril, aparece el beneficio del pase a la acción,como una consecuencia del efecto del sentido. Es entonces cuando el acto del analista y la acción (o acto) del analizando, tienen su lugar en la cura. Así el acto de uno o de otro, puede resultar ser un complemento muy beneficioso del sentido otorgado por la palabra, que mediante el acto de escansión u otro tipo de acto, se zafa del automatón y de la repetición circular. Un ejemplo lo encontramos en los casos donde es necesario pasar del <acto analítico> puro, hecho de solo palabra, al acto ortopédico: la palabra que ordena, aconseja o prohíbe. Esto ocurre en el trabajo de las fobias infantiles y adultas. En estos casos, además de la progresiva exploración del mundo psíquico inconsciente, se necesita que el analizando enfrente la <evitación fóbica>, la confronte. Enfrentar lo que teme es pasar al acto. El analista está de acuerdo con esto (incluso lo apoya). Vencer el miedo y realizar el acto que se teme (como ir a la escuela, en el caso de los niños fóbicos) va a tener efectos positivos sobre la cura. O enfrentar el trabajo o el viaje en los adultos tiene su efecto positivo, más allá de la palabra.
- La interpretación y su formulación: Los diferentes estilosde diferentes analistas que llevan a diferentes formas de interpretar, al igual que las convicciones del analista, tienen efectos diferentes en el analizando. Este estilo particular y la fuerza de la convicción del analistainfluyen a través de la transferencia, en la sugestión. Siempre está presente el peligro con la convicción delirante del analista. Es bueno aclarar que no existe el saber hacer la interpretación. No existe la interpretación perfecta para cada momento dado. Creer que existe es estar ubicado en el lugar del amo y no en el lugar del analista.
- La Interpretación y el deseo: La interpretación nombra al deseo en circunstancias más o menos precisas apoyada en la transferencia. De allí de nombrar el deseo puede surgir el efecto de lo no-pensado. El deseo que siempre mudo, no podrá ser atrapado. Sin embargo sus efectos pueden ser conocidos y aceptados por el sujeto. Allí ocurre la revelación.
- Interpretación y transferencia: Toda sesión psicoanalítica transcurre en transferencia. No puede ser de otra manera. Una cosa es interpretar la transferencia y otra es interpretar desde la transferencia. Existe el peligro del abuso de la interpretación transferencial, con su consecuencia: la inevitable banalización de la transferencia. Por el otro lado interpretar la transferencia tiene primero, la importancia de intensificar el vínculo con el analista y segundo, permite tomar consciencia de los elementos inconscientes relacionados con experiencias muy tempranas que no son accesibles a la palabra y son reveladas solo en vivo: en la transferencia.
- Interpretación e inconsciente: Refiere a la fuente de la interpretación. El inconsciente interpreta y encuentra el sentido: El inconsciente del analista para formular y el del analizando para darle sentido. A veces el analista interpreta desde su síntoma y a veces desde su fantasma.
- Presencia de la no-interpretación:Cuando se separan los tres anillos del RSI, por una falla de la suplencia, es decir una falla del <síntoma-grapa> o <cuarto nudo>, aparece un colapso mental, un surmenage o también llamado un mental break-down. Aparecen síntomas de perplejidad, incoherencia mental, angustia intensa, despersonalización, que puede ser vista como una crisis psicótica transitoria benigna. En estos casos aún cuando la causa desencadenante este muy a la vista del analista, como por ejemplo: una situación de rechazo, la interpretación, de estos factores desencadenantes está contraindicada. La capacidad de continencia, de holding y de reverie del analista es lo indicado. En ese momento de colapso mental el sujeto requiere de continencia y no de conocimiento.
- La interpretación como una afirmación[Bejahum]: En estos casos de colapso mentalmencionados en el acápite anterior, además del holding realizado por la mente del analista, ejecutado con la capacidad de escucha y contención del analista, se puede posteriormente intervenir con cautela confirmando ciertas ideas expuestas por el analizando. La intervención del analista en esos casos debe ir dirigida <a lo dicho> por el analizando que se encuentra en el poco o escaso diálogo. Esta intervención del analista pertenece a lo que podríamos llamar la <segunda afirmación> la Bejahum que pertenece a la constitución temprana del sujeto. Esto refiere a simplemente <confirmar el decir> de lo que el analizando nos ha dicho o ha hecho. Recordemos que la primera afirmación corresponde al grito [llanto] que es transformado, en un llamado, cuando es respondido por la madre. La segunda afirmación corresponde con el periodo del [no] insistente del infante, que afirma su ser con el [No]. La tercera afirmación corresponde con la rebelión a la ley paterna que ocurre en la adolescencia, que con su negativa de afirma a sí mismo.
- El analista dispone, además de la interpretación, de herramientas adicionales para trabajar en los casos con patología neurótica grave, que tienen un predominio narcisista, estas son: La continencia (holding), el no hacer juicio de valor, y finalmente usar el reconocimiento [la Bejahum]. Voy a aclarar a continuación un poco estos tres conceptos.
La continencia [el holding]
La capacidad de hacer holding refiere a la capacidad que tiene el analista de contener dentro de su mente la angustia del paciente, expresada a través de su palabra y de sus actos. Esto quiere decir, ofrecer una capacidad de escucha que tiene el analista, de escuchar sin sorprenderse, sin hacer preguntas curiosas [irrelevantes] y mucho menos hacer alguna censura o juicio moral. El holding requiere de una buena capacidad de reverie del analista. El analista solo interviene con algún señalamiento simple, que tiene el propósito de mostrar que está atento y escuchando en silencio.
No hacer juicio de valor
Es lo más difícil. Para aproximarse a él [para lograrlo] se requiere de un análisis exitoso del analista. Requiere que el analista haya perdido la inocencia y que haya salido del uso frecuente de mecanismos narcisistas. Entonces se puede escuchar sin ansiedad, con una buena capacidad de discriminación, para así ofrecer una relación de objeto asimétrica con el analizado. Eso es lo que va a permitir hacer alguna intervención sin ejercer ningún juicio de valor.
El reconocimiento [afirmación]
Refiere a la intervención del analista en la cual se reconoce la naturaleza y los motivos de la angustia del paciente como legítimos. Por ejemplo cuando dice: <Comprendo que este tan disgustado con su madre> o <comprendo que desee matar a su socio o a su hijo>. No quiere decir que uno lo aprueba, ni lo reprueba. Solo reconoce como existente la idea y el deseo. Esto es una forma de afirmación [Bejahum]. Les recuerdo que existen tres formas de <afirmación> durante el desarrollo de la personalidad. Más adelante puede aparecer la pregunta analítica. Cuando se le dice ¿me pregunto porque tiene usted tantos deseos de matar a su hijo o a su socio? Con esa pregunta se pone a trabajar en la búsqueda del deseo inconsciente.
El horror del acto analítico
Si el acto analítico puede traer a la conciencia los acontecimientos del pasado del analizando que están sometidos a la represión y a la amnesia [disociados] por el efecto de la angustia. Entonces no debe sorprendernos que este acto pueda adquirir un carácter de horror. Jaques Lacan decía en su carta pública a los italianos, que <el analista puede tener horror de su acto> hasta el punto que lo reniega. Las revelaciones del inconsciente producen angustia, de allí que muchas veces se renieguen [desmentida] y regresen de nuevo a su estado inconsciente.
El analista debe estar preparado para soportar y tolerar ese estado de angustia en sí mismo. Preparado para soportar <el horror de su acto>. Sólo entonces podrá sostener la revelación sugerida en el contenido latente del material emergente. Podrá hacer el trabajo de <función alfa> propuesto por Wilfred Bion o podrá hacer el trabajo de <reverie> descrito inicialmente por Bion y que tantas veces mencionara Donald Winnicott. El analista podrá entonces sostener y soportar su horror ante la presencia velada y sugerida en el material latente del deseo matricida, parricida, filicida, suicida, incestuoso, perverso, envidioso, malvado, homicida, intrigante y deshonesto del analizando. Es decir <cosas naturales del hombre común>.
El analista lo podrá soportar porque lo ha revisado en sí mismo. Su trabajo es ayudar al analizando a conocer la naturaleza de su propio deseo, el origen y el propósito de ellos. Y no a veladamente censurarlo o aplaudirlo, sino a permitir que el analizando tome consciencia de su deseo. El trabajo del analista no está en adaptar el sujeto a la sociedad, sino a ayudarlo a <ser lo que en verdad és>. A actuar en conformidad con su deseo.
La demanda del analizando es una demanda de bienestar y felicidad. El analizando una vez que va desmontando sus diversos síntomas y surgiendo la conciencia de su ser [de quién és], se da cuenta de que no es posible vivir en este mundo sin un cierto monto de sufrimiento, es decir de goce, en el sentido absoluto de Jouissance. Sé que pronunciar todo este enunciado y decir lo que estoy diciendo, produce desde ya un efecto de horror. A veces todos estos deseos individuales no se soportan y se hace necesario disimularlos. Colocarles un disfraz, una apariencia imaginaria, un ropaje que nos permita ocultar su horror y pretender que no existen.
Los límites del acto analítico
El acto analítico tiene sus límites. Ese límite está dado por la profundidad del análisis personal de cada analista. Lo que el analista no haya revisado en su análisis no podrá trabajarlo con su analizando. El analista no podrá soportar el horror de lo que no ha explorado y no conoce en sí mismo. El paciente en su discurso [asociación libre] le sugerirá en su contenido manifiesto algo que el analista no podrá detectar. No verá el horror de lo que está en el contenido latente. El deseo del analista que será lo que finalmente lo lleve al nivel de profundidad de su propio análisis, tiene así sus límites singulares y localizables. Jaques Lacan decía que el psicoanalista trabaja primero usando como referencia su síntoma y luego su fantasma. Allí está el alcance y la medida de su práctica y los límites de su acto.
Lo insostenible del acto
El acto analítico en sí mismo, el acto analítico puro, es aquel en el cual el analista ocupa su lugar de analista. Ese lugar refiere al lugar de semblante y depositario de la transferencia. El analista habla desde la posición que le corresponde como analista. Refiere a la posición de no-saber. Refiere a la posición del sujeto castrado y de la ignorancia. Desde allí va diariamente a lo largo del proceso del análisis a interrogar insistentemente, por vía del equívoco o de la interpretación abierta, al inconsciente del analizando. Para que este proceso continúe en el tiempo se requiere de un analizando que soporte la soledad y la angustia de su análisis. Y de un analista que soporte el horror de su acto. El <estilo> de cada analista ofrecerá un sentido, al momento oportuno, para intervenir e interpretar. Y un buen sentido para decidir qué cosas del material emergente ignorar y así dejarlas pasar para ser trabajadas luego analíticamente cuando emerjan de nuevo en otra oportunidad. Melanie Klein decía que todo aquello que produce angustia en el analizando puede ser interpretado directamente. Sigmund Freud decía que si el paciente no está preparado para asimilar y entender nuestra interpretación, sencillamente la va a ignorar como si no la hubiera escuchado. Por esta vía del <momento oportuno> análisis se hace tolerable para ambos. Sin embargo, a lo largo del proceso analítico, la preocupación, la angustia del analista, por el bienestar de su paciente, lo lleva a realizar otro tipo de acto dentro de la sesión analítica que no corresponde con el acto analítico puro. Aquí me refiero a la aparición del <acto pedagógico> y del <acto ortopédico> todo dentro del proceso analítico.
- ACTO PEDAGÓGICO
El acto pedagógico es aquel acto en el cual se procede a través de la palabra a informar y educar al analizante en relación a algún tema de urgencia. Generalmente es un tema que pone en peligro la salud, la vida o el patrimonio del analizando o de su familia. Podríamos decir que el analista pasa a aconsejar con pedagogía sobre un punto preciso de la vida del analizante. Asuntos de urgencia, como peligros de embarazo no deseado, negación de problemas graves de salud, presencia de tumores o descuidos graves de la higiene, que ponen en peligro la vida. A veces situaciones obvias de engaño de otros, que amenazan el patrimonio personal o familiar y que han sido negadas, desmentidas o ignoradas por deseos de castigo inconscientes del analizando. El analista podría señalar el mecanismo de la negación y sus consecuencias, disimulando un poco el acto pedagógico o puede directamente salirse de la posición del analista y expresar su preocupación por tal o cual peligro, en el cual el analista cree se encuentra el analizando. Esto ocurre rara vez, pero ocurre. En estos casos el analista legítimamente se sale de su posición analítica para re-instalarse luego de pasado el peligro.
- ACTO ORTOPÉDICO
El acto ortopédico es aquel acto en el cual el analista utilizando el enorme poder otorgado por el analizante en la transferencia, procede a sostener, ordenar o prohibir, algo en particular, que sea vital o importante para el analizante. Lo más común es actuar de sostén del sujeto [ego auxiliar] en momentos en que el analizante cree que se está desmoronando o colapsando su psique. Este sostén, especie de bastón o de muleta, es lo que le da el nombre de ortopédico a este tipo de acto. Lo encontramos con más frecuencia en las estructuras narcisistas de personalidad, que se apegan al objeto de amor y al analista. Estos sujetos, ante las experiencias de separación que experiencian como una pérdida de objeto, se colapsan.
En estos casos con patología narcisista grave, en el período de separación por vacaciones, surgen ansiedades intensas que se alivian si el analista les afirma que pueden tolerar la separación, ofreciendo así un elemento de sostén en la psique del analizando. La voz del analista [ortopedia por identificación] les acompaña y les dice que podrán tolerar la separación hasta el día tal, en que se van a reencontrar. A veces oír la voz del analista en la contestadora automática telefónica es suficiente para hacer un efecto ortopédico. En otras oportunidades fóbicas la voz del analista que les dice que pueden montarse y viajar en el avión, o que les dice que pueden presentar el examen que tanto temen y que se van a tranquilizar una vez que estén en él, produce un efecto de sostén muy beneficioso para el analizando.
De nuevo repito que esto no es un acto analítico, sin embargo, a lo largo del proceso, trabajando con personalidades narcisistas o sujeto muy perturbados, es necesario recurrir legítimamente a este acto ortopédico, para luego retomar la posición y el lugar analítico cuando el proceso lo permita. Generalmente son momentos en una sesión, muy rara vez en varias sesiones. El poder otorgado en transferencia sostiene la posibilidad de prohibir cosas al analizando con éxito. Me refiero a los momentos suicidas y/o homicidas del proceso. Los indicadores inconscientes muestran el peligro suicida u homicida. El analista no los puede ignorar. Los señala y por esta vía hacen presencia en la sesión. Se les abre así un espacio en el análisis; generalmente estos deseos pueden contenerse dentro del diálogo analítico sin necesidad de ortopedia alguna. En caso de que el empuje al acto sea muy grande, el analista puede utilizar el poder transferencial: para prohibir el pasaje al acto. La voz del analista tiene un poder que es muy útil con este tipo de pacientes narcisistas que operan bajo el principio maniqueo del todo o nada. Son sujetos incontinentes o poco reflexivos que pueden pasar al acto con facilidad.
En el ejercicio del análisis con niños pequeños hay casos de niños fóbicos de tres y cuatro años que se niegan a asistir del Kinder. El miedo es tan grande que a veces precipita el vómito. No importa las intervenciones verbales que se hagan la situación no evoluciona. Aquí el acto de analista se hace ortopédico. Se insiste en que le niño de confrontar la situación de miedo e asistir al Kinder, con vómito y todo. La madre lo acompaña y se queda afuera, esperando que calme. Luego se retira. Está claro que la angustia del niño es una respuesta, a la angustia primaria de la madre. Es con la madre, con quien hay que trabajar más. No con el niño. Ver a la madre varias veces a la semana y ayudarla a tomar conciencia y comprender la relación de amor y odio que ella tiene con su hijo.
4 ACTO ARBITRARIO
Este tipo de acto aparece en el momento en que la palabra del analista pierde efectividad. Lacan solía decir: <La palabra del analista desfallece>. El acto arbitrario es una herramienta a usar cuando el acto analítico se hace inefectivo y el análisis cae en impotencia. Es oportuno aclarar que no me estoy refiriendo a un período de transferencia negativa. No, nada de eso. Se trata de la ineficacia de las intervenciones del analista. Al inicio del estudio de este tipo de acto, ocurrido en nuestro <Laboratorio de Psicoanálisis> en Caracas [3] durante los años noventa, a esta acto le dimos le nombre de <acto loco> del analista. Con el tiempo nos pareció más prudente y útil llamarlo <acto arbitrario> del analista.
Voy a dar un ejemplo. Analizando masculino de 40 años de edad que padece una neurosis obsesiva con fobias y con mucha dificultad para sentir los afectos. Me decía que cuando entraba en sesión, sentía que se le formaba un caparazón, algo como una coraza en todo el cuerpo, que le impedía ser natural. No sentía, ni hablaba lo que quería. Todo en la sesión, lo sentía como ritual. No importa lo que le dijera, no había ningún efecto. Yo la entendía como una defensa poderosa, especial [aislamiento de afecto] que de forma automática le protegía de los efectos de la palabra. Por lo tanto le acceso a su mente por vía de la palabra estaba imposibilitado. Solo quedaba la vía del acto: del acto de él y del acto mío. Decidí en un sesión que cambiaria arbitrariamente el encuadre. No hablaríamos ni acostado, ni sentados. Hablaríamos caminando dentro del consultorio. Pero caminado en retroceso, para atrás, sin voltear. Trataba de impedir del ritual. Impedir que se instalara la coraza.
Referencias a pie de página:
[1] La teoría del semblante fue introducida al psicoanálisis por Jacques Lacan. Refiere a lo que el paciente ve [que proyecta] en el analista. Lacan utiliza una metáfora de cacería: Es usual que los cazadores de patos, coloquen un ‘pato de madera’ flotando en el lago, para engañar y atraer los patos migratorios e invitarlos a que bajen a comer y descansar. Ese pato de madera en un señuelo o llamado un semblante. El analizando cree ver con certeza lo que ha proyectado en el analista, convirtiéndolo así en su semblante.
[2] El contener lo escuchado [lo dicho y proyectado por el paciente] por parte del analista, quien debe de conservar su propia relación asimétrica es decir, conservando su alteridad con el analizando. Eso refiere a lo que se ha llamado holding o continencia. Contener lo escuchado sin angustiarse, sin hacer síntoma, sin hacer un acting o sin presentar problemas con el dormir. Eso no es tarea fácil para el analista. Requiere un entrenamiento especial que adquiere en su análisis personal realizado en alta frecuencia. Así adquiere la capacidad de discriminación que le permite dos cosas: una ser capaz de ofrecer la valiosa función reverie y segundo usar el block maravilloso sugerido por Sigmund Freud.
[3] El <Laboratorio de Psicoanalisis> se dedicaba una vez a la semana al estudio teórico y clínico de una tema especifico generalmante por seis meses a un año cunado cambiamos el tema. En esa época lo componían varios analistas experimentados de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas: Indalecio Fernandez, Dolores Salas de Torres, Bernardina Ayala, Alicia Leisse y Maria Cristina Ashworth.